viernes 05 de diciembre de 2008 00:43 Director
Luis María ANSON
No sé si en Génova se tendrá conciencia de la división profunda que zarandea al Partido Popular. Antiguos dirigentes populares expresan ya abiertamente su alarma. Mariano Rajoy carece de autoridad y se le sube todo el mundo a las barbas.
Lo de menos, con ser muy grave, es lo que ha ocurrido en el País Vasco, con la fuga de María San Gil; o en Navarra, con Sanz encabritado y el centro derecha escindido, lo que sitúa al Partido Socialista y a los abertzales en alentadoras posiciones de futuro. Lo de más es el encampanamiento de una parte creciente del partido que no cree en Rajoy. En Baleares, en Murcia, en Aragón, en Santander, en Madrid, en Cataluña, por poner algunos ejemplos, la situación no puede ser más tensa ni más desagradable.
Lo que Aznar había conseguido unir, tras la descomposición Hernández Mancha, empieza a cuartearse peligrosamente. El liderazgo aznarí era acatado por casi todos y la unidad interior del partido y, como consecuencia, la unidad de acción potenció las posibilidades de los populares hasta conducirles a la victoria.
¿No le explica nadie a Rajoy lo que está ocurriendo? ¿No le informan de lo que dicen dirigentes cualificados del partido en provincias? Cada vez son más numerosos los líderes populares que claman por la vuelta de Aznar para que se restablezca la unidad. Aunque el ex-presidente se niegue a presentarse como candidato, las bases populares quieren que se ponga, al menos, al frente del partido.
Rajoy se la juega en marzo en las elecciones gallegas. El centro derecha ha llegado a alcanzar votaciones, entre UCD y AP, por encima del 70% en aquella Autonomía. Si el PP no consigue gobernar de nuevo en Galicia, las bases populares exigirán la retirada de Rajoy. Ni siquiera en ese caso me parece probable que el cuestionado presidente ceda.