Malos tiempos

Crisis interna en el PP
Rajoy pierde los mandos por un día
Zaplana le anuncia por teléfono que se va – Pizarro rechaza la vicepresidencia de Economía – Aguirre le llama y le fuerza a rectificar – El zaplanismo se rebela
C.C/E.P/30-4-08
Mariano Rajoy ha tenido muy pocos días buenos desde que perdió las elecciones. Pero ayer fue, sin duda, de los peores. El líder sufrió varios desplantes imposibles de disimular de personajes relevantes de su partido. Cada uno de los episodios de la larga jornada que comenzó el lunes por la tarde muestran las dificultades que tiene el líder de la oposición para mantener en calma las aguas del PP y sobre todo para acabar con la herencia del aznarismo. Tras la jornada de ayer, y a falta de lo que haga Ángel Acebes, al que todos colocan fuera de la dirección, Rajoy queda ya casi como el único superviviente del equipo de Aznar.

ZAPLANA SE VA SIN AVISAR
El último en enterarse de que se iba su ‘número tres’

Quedan muy pocos minutos para las 10 de la mañana. Después de varias semanas de tormenta interna, Rajoy se dispone a tener al fin un día de gloria. Tras muchos retrasos y arduas negociaciones, ha conseguido cerrar con la portavoz parlamentaria, Soraya Sáenz de Santamaría, el cuadro de portavoces en el Congreso. Y se dirige a la reunión con los diputados para anunciarlo. Allí espera, al fin, un aplauso y unas palabras de aliento de los recién nombrados.

Pero entonces recibe una llamada en el móvil. Es Eduardo Zaplana, su número tres durante cuatro años, un dirigente clave que le apoyó frente a Rodrigo Rato como sucesor de Aznar. Le cuenta que deja la política. Ha fichado por Telefónica, donde le van a pagar unos 600.000 euros al año por contrato que, sumado a otros consejos de administración, rozará el millón, según fuentes de Telefónica.

Hablan unos pocos minutos. Rajoy parece molesto, sobre todo porque se da cuenta enseguida de que es casi el último en enterarse. En ese momento la dirección de Telefónica ya conoce el nombramiento, y en la web de EL PAÍS aparece pocos minutos después. Conocen la noticia antes que Rajoy otras muchas personas importantes en la vida de Zaplana, entre ellos Aznar, con el que habló el lunes. Ese retraso muestra la enorme distancia personal que se ha producido en las últimas semanas entre Rajoy y Zaplana.

El ex portavoz, y muchos de los que, con él y Acebes, han acompañado a Rajoy en estos cuatro años difíciles, están molestos con el líder porque está lanzando la idea, dicen, de que la derrota sólo se debe atribuir a la mala imagen de ellos. Rajoy insiste en público en que cree que él no tiene responsabilidad en la derrota y se queda porque es «lo mejor para el partido y para España». «Imagínate que Zapatero perdiera las elecciones y dijera que ha sido por la mala imagen de Pepe Blanco», sentencia uno de estos diputados.

Tras la dimisión de Zaplana, que sigue a la de Josep Piqué y a la de Jaume Matas, y el rechazo de Rato a volver a la política, Rajoy se queda cada vez más claramente solo como representante de la etapa dorada del aznarismo. Sólo Acebes le acompaña. Pero hasta él, el más fiel al partido, el que hace de la lealtad su filosofía de vida, está molesto, dicen los que han hablado con él en las últimas semanas, porque Rajoy no le ofrece ningún puesto relevante -le propuso la Mesa del Congreso, como a Zaplana, y ambos la rechazaron-, no reivindica los últimos cuatro años y le mantiene como secretario general prácticamente en funciones. Muchos empiezan a ver a Acebes también fuera de la política en poco tiempo.

Rajoy arranca su discurso ante los diputados, en ausencia de Zaplana -que en otro gesto de distancia acude al Congreso a mediodía para formalizar su renuncia al acta, sin cruzarse con el líder- dando la noticia del día, que tapará por completo su intención de vender a los medios de comunicación el gobierno en la sombra que acaba de nombrar, por otra parte revelado ya en su mayoría.

«Algunos ya lo sabréis. Eduardo Zaplana me ha comunicado telefónicamente -dice dejando claro el desplante- que ha fichado por Telefónica para ser el delegado en Europa. Ha sido un extraordinario portavoz. Espero que pueda seguir en el futuro colaborando con el partido en la medida en que se lo permitan sus nuevas responsabilidades».

Los diputados aplauden. Rajoy insiste después en público en la idea del «excelente portavoz». Otros, como Esperanza Aguirre, van más lejos. «Es una mala noticia». Alfonso Guerra resume lo que otros piensan: «Una vez que en su grupo no lo consideran, tiene otro camino, que es el de ganar dinero».

Hasta sus eternos rivales le adulan. A enemigo que huye, puente de plata. Francisco Camps, presidente de la Generalitat valenciana, se ha enfrentado a él hasta el extremo de que hace unos meses su gente llegó a las manos para impedir que Zaplana se sentara en primera fila en un mitin de Rajoy en Valencia. Y en Canal 9, la televisión autonómica donde Zaplana era omnipresente cuando gobernaba, Camps ha dado orden de vetarlo hasta tal punto que las comparecencias del portavoz del PP, en una comunidad gobernada por este partido, nunca aparecían en la televisión valenciana y hasta en los planos de recurso se hacían esfuerzos para que no saliera. Sin embargo, ayer Camps dijo: «Como compañero de partido y como amigo le deseo lo mejor en su nueva tarea personal y profesional».

PIZARRO, NO A TODO
El fichaje estrella se planta

Una de las demostraciones más claras de los problemas de liderazgo que vive Rajoy por culpa de su segunda derrota electoral la representa Manuel Pizarro.

El ex presidente de Endesa fue presentado a bombo y platillo como el fichaje estrella para las elecciones. Ahora no para de contar a sus amigos el malestar que tiene con Rajoy porque sólo le ha ofrecido puestos que no satisfacen a un número uno como él. Pizarro, que se declara amigo de Rajoy hace 20 años, aunque lo es mucho más de José María Aznar, protagoniza una encendida discusión en el hemiciclo con el presidente del partido, a la vista de todos los diputados y de todos los fotógrafos, que captan los momentos más tensos. Pizarro gesticula mucho, como es su costumbre.

Dos asuntos centran la discusión. Por un lado, el agua. El aragonés no quiere que su partido apoye el trasvase en la votación de la tarde, cosa que luego hizo, y trata de convencer a su líder. Pero es el asunto personal el que centra la discusión.

Sáenz de Santamaría ha hecho un último intento para evitar un titular obvio: «Pizarro rechaza cualquier puesto». Primero Rajoy le ofreció ser portavoz de economía, y renunció. Él, que estuvo en las quinielas como portavoz del grupo, no puede estar a las órdenes de Sáenz de Santamaría, 23 años menor.

Ella hace un último intento el lunes. Le ofrece un puesto institucional, la vicepresidencia de la comisión de Economía, cuya presidencia corresponde a un socialista, Antonio Gutiérrez. Lo intenta hasta el último minuto, pero tampoco acepta, en un nuevo desplante a Rajoy. Sobre eso discuten el líder y el presidente de Endesa. «Yo no quiero nada, Mariano, llevo 25 años siendo mi jefe, no me voy a poner ahora a ordenar lo que hacen los diputados», insiste.

Pizarro usa ante sus amigos el ejemplo del jarrón chino de Felipe González: todo el mundo sabe que es muy valioso, pero no saben dónde ponerlo. Pero sobre todo les traslada una idea: se está afrontando ahora la crisis que se tenía que haber hecho hace cuatro años. El partido, plantea Pizarro, según su entorno, se conformó con la idea de que se perdió por el 11-M y no había que cambiar nada. Y sobre todo, repite a los amigos, el hueco de Aznar es muy difícil de llenar.

Pero no se quiere meter en líos internos, dicen, porque es un recién llegado. Ni quiere molestar a Rajoy, aunque tampoco aceptará ningún puesto en el partido. ¿Se irá como Zaplana? De momento no, quiere cumplir el compromiso, eso lo confirma su entorno. Pero en unos meses, con menos ruido, nadie está dispuesto a garantizarlo.

También Juan Costa, otro gran fichaje de Rajoy, muestra claramente su distancia con el líder. Él dejó la presidencia de Ernst&Young, donde también cobraba un millón de euros al año, para coordinar el programa electoral. Sonó como portavoz del grupo, pero Rajoy sólo le ofreció ser secretario general, número dos de Sáenz de Santamaría. Lo rechazó. Ahora se ha quedado, como Pizarro, de diputado raso.

Costa dice que se queda. Pero el perfil del ex ministro no parece el más adecuado para ser simplemente un diputado con 60.000 euros de ingreso anual. Si se marcharan Zaplana, Pizarro y Costa, Rajoy habría perdido a buena parte de los pesos pesados de su grupo parlamentario. Por si fuera poco, el líder ha hecho un desplante también a Carlos Aragonés, todopoderoso jefe de gabinete de Aznar durante 15 años, y miembro de maitines. Era presidente de la Comisión para la Unión Europea, y el líder le arrebató ayer ese puesto -y no le dio ningún otro- para dárselo a Miguel Arias Cañete.

LA LLAMADA DE AGUIRRE
Rajoy rectifica tras otro desplante a la presidenta

Fue la frase más polémica de Rajoy en las últimas semanas. «Si alguien quiere irse al partido liberal, que se vaya». Armó tanto follón interno, que el líder se vio obligado a rectificar. Y llamó a la presidenta de Madrid, Esperanza Aguirre, para asegurarle que no se refería a ella. Ese mismo día, Sáenz de Santamaría también tuvo que rectificar después de lanzar una pulla contra Aguirre: «Son bromas de mus».

Y ahora llega la tercera. El equipo de Rajoy anuncia el lunes que el líder no irá a la recepción del Dos de Mayo que organiza Aguirre. Pretextan que tiene un viaje personal y sólo va a poder llegar a los actos de la tarde, con los Reyes, pero es un gran desplante. Ella le llama por la tarde. «Mariano, creo que no se va a entender bien que vengas sólo al acto de la tarde, al de Móstoles, y menos en el bicentenario», le dice. Es la segunda vez que hablan en una semana.

Aguirre le convence para que cambie de idea, pero ninguno de los dos lo cuenta, por lo que todos los periódicos titulan con el desplante. Ayer por la mañana, Rajoy anuncia en Rac1, una radio catalana, que rectifica, suspende el viaje personal y estará con Aguirre, «para evitar interpretaciones sin sentido». Pero esas interpretaciones están ya en todos los papeles, y por tanto cualquier cosa que haga será interpretado como una rectificación. Otra más.

EL ZAPLANISMO SE REBELA
Torme reivindica la gestión y renuncia a su puesto

La tensión en el grupo parlamentario se ha relajado un poco. Pero Sáenz de Santamaría no ha cumplido con su promesa de hablar con todos. Algunos zaplanistas están molestos: eran portavoces y les han hecho portavoces adjuntos, una humillación.

En la reunión del grupo parlamentario sólo hay palabras laudatorias con Rajoy, hasta que habla Ana Torme, miembro de la dirección del grupo parlamentario con Zaplana. Reivindica el trabajo del anterior equipo -Rajoy los ha echado a todos de los puestos de dirección- y anuncia, en un discurso emocionado seguido con gran tensión, que renuncia al puesto que le ofrecen. «Intenté ayer hablar con la portavoz [Sáenz de Santamaría] pero no me respondió. Sólo quiero aprovechar para decir que renuncio al puesto de portavoz adjunta de Seguridad Vial, porque ya fui portavoz».

Ella es la única que habla, pero hay otros que eran portavoces en la anterior legislatura y ahora son adjuntos: Miguel Barrachina y Susana Camarero. Casi todo lo que huele al anterior equipo, el de Zaplana, queda desplazado de los puestos clave.

Mientras, el desmantelamiento de Génova queda más en evidencia porque todos los miembros de la dirección -salvo Acebes- ocupan alguna portavocía, presidencia de comisión o están en la Mesa, como Ana Pastor. Nadie sabe lo que va a pasar en el partido en junio. Y eso genera inquietud y más recelos. Acaba así, con una tensión imposible de disimular, el día en que a Rajoy se le fue de las manos casi todo.