¿Un alcalde pastelero?

¿Un alcalde pastelero?
Manuel Velasco/Bejar.biz
Han pasado ya cien días largos desde el pasado 16 de junio, fecha en que tomó posesión la nueva Corporación surgida de las elecciones del 27 de mayo y es bien hora de empezar a analizar si el Alcalde de Béjar ha empezado a gobernar o es que sólo pasaba por allí.

.¿Empezaré diciendo que estoy profundamente desencantado? ¿O ya se adivina mi desencanto desde el párrafo anterior? La “garganta del oso” ha estado dormida, voluntariamente dormida, después de tanto grito dado, de tantas noches de trabajo e insomnio empleadas en desenmascarar las tropelías del anterior equipo de gobierno, la “garganta del oso” ha tenido su merecido descanso y tengo que decir que abrigaba la secreta esperanza de que pudiera entrar en hibernación, los asuntos de Béjar al fin encarrilados, su destino en manos de gente responsable, respetuosa de la ley, amante de su ciudad. En fin, un deseo, el del oso, francamente posible, nada del otro mundo, la verdad. ¿Qué cosa más natural que el oso regrese a su cueva y los gobernantes elegidos se dediquen a trabajar por su pueblo?. Pero ….

Ahí tienen el asunto de la Cerrallana, con el Sr. Riñones intoxicando a la opinión pública durante todo el verano, que si se pueden abrir las piscinas, que si dejan marchar a las empresas es porque quieren, que si tiene un amigo en América que dice todo está muy bien, que todo es muy legal, cuando es un asunto tan claro que da grima y hastío hablar de él, cuando está demostrado y más que demostrado que se trata de unas obras ilegales de cabo a rabo, en las que el citado Sr. Riñones ha estado prevaricando desde el primer minuto hasta el último, en las que todavía no se sabe cuánto dinero público y privado se ha gastado y cómo, todo ello sin control y sin proyecto, y ante cuya actuación sólo cabe la investigación de todo el proceso y su traslado a la fiscalía si aparecieran indicios de delito o falta. Y ahí tienen al Alcalde de Béjar, mirando cómo se pone el sol por Antequera, diciendo que no quiere confrontación. Lo que podría explicarse diciendo que el Sr. Alcalde está pasteleando.

O ahí tienen el asunto de la Glorieta, con el equipo de gobierno admitiendo un recurso que da vía libre a la aprobación de un pelotazo urbanístico impresentable, conectado íntimamente con el asunto de la Cerrallana, tanto, que forman parte del mismo cuerpo místico. Glorieta y Cerrallana. Cerrallana y Glorieta. Un proyecto podrido para un pueblo. Y ahí tienen a los concejales de la nueva mayoría comulgando con ruedas de molino, perdiendo la inocencia a las primeras de cambio, con el Sr. Alcalde pasteleando nuevamente.

O si lo prefieren, ahí tienen las obras del nuevo matadero municipal, ilegales de principio a fin, sin proyecto de urbanización, sin licencia ambiental, sin proyecto de obras aprobado siquiera, hipotecando gravemente el futuro del Polígono Industrial. Y el Sr. Alcalde diciendo que el Matadero va a quedar muy bonito, aunque eso sí, no hay dinero para nada, que no se ha previsto la corriente eléctrica ni el agua ni la que te rondaré morena, es decir, que el Sr. Alcalde sigue pasteleando.

O si no, podemos hablar del Plan General, del borrón y cuenta nueva prometidos en la campaña electoral, de la necesaria y reclamada participación ciudadana en un trabajo colectivo e ilusionante, donde queden reflejadas todas las sensibilidades sociales y se fragüe un proyecto de futuro colectivo en el que toda la ciudad pueda y quiera embarcarse, y ahí tienen al Sr. Alcalde de Béjar pasteleando de nuevo, manteniendo al mismo equipo de redacción de un Plan que mereció el reproche generalizado de toda una ciudad, un equipo contaminado por su flagrante falta de independencia y de competencia profesional, como tuve ocasión de demostrar cumplidamente en la alegación que presenté a dicho Plan.

Está claro que el Sr. Alcalde ha heredado muchos asuntos envenenados y que la tarea no es fácil, ni mucho menos. Pero hay una circunstancia común a todos esos asuntos: se trata de asuntos que están claros, donde no hay duda sobre dónde está la posición de la Ley y la del compromiso político adquirido por el Alcalde con sus conciudadanos, y creo que en eso no se puede pastelear.

Los Srs. Riñones y Valle, de tan triste memoria, diseñaron una política de atajos donde todo valía y la Ley salía malparada sistemáticamente. El nuevo Alcalde de Béjar debe recuperar, cueste lo que cueste, la senda de la legalidad, del juego limpio y honrado de los ciudadanos, de la igualdad de oportunidades, de la dignidad política, de la confianza en las instituciones. Y, a mi juicio, no lo está haciendo.

Creo que lo único que ha cambiado de verdad en estos 100 días es el talante. Ahora, al menos, los ciudadanos pueden ir al Ayuntamiento sin miedo a que les muerdan. Algo hemos ganado. Pero, por lo demás, a tenor de los hechos, yo que el Sr. Alcalde, abriría en el Ayuntamiento una pastelería.