ERNESTO EKAIZER
Aznar continuó ayer sembrando los vientos destructivos, como viene haciendo desde hace tres años y medio, con la idea de que el mes de marzo próximo comiencen a arreciar prometedoras tempestades. Él y los dirigentes que están al timón del PP han creado, con la ayuda de los medios de comunicación afines, una realidad virtual: la España que agoniza. La ofrenda está lista: el salvador es Rajoy.
«Hoy vemos cómo se ataca interesadamente a la Monarquía de todos y cómo, en otro alarde de frivolidad, se inhiben quienes tienen el deber constitucional de defenderla. Hoy vemos cómo los que quieren acabar con España han decidido acabar primero con sus símbolos…», dijo ayer.
El PP aprovecha actos insignificantes del nacionalismo desnortado para ilustrar la España rota que ha profetizado y que no se ha cumplido. Algunos de sus ideólogos, entre Estrasburgo y Madrid, riegan esas insignificancias con ideas para proyectar su impacto. Los viejos amigos de Aznar, los que aseguran haberlo llevado al poder en 1996, por ejemplo, piden la abdicación del Rey.
Al referirse a Irak, país que ni siquiera puede mencionar por su nombre, Aznar tiene el coraje de volver a manipular lo que ocurrió. «Aceptamos la responsabilidad de ayudar a nuestros socios y aliados cuando nos pidieron apoyo en la lucha contra el terrorismo global», dijo ayer. ¡Hay que atreverse a ofrecer esta versión cuando los españoles acaban de saber que el ex presidente les engañó el 22 de febrero de 2003 al hablar en su rueda de prensa de Crawford de que existía una oportunidad para la paz. Porque según el acta de la conversación, Bush le avisó de que entraría en Bagdad a finales de marzo de 2003, con o sin resolución de la ONU. Era una cuestión militar.
¿Puede alguien creer que Aznar quería cambiar 200 años de política española hablando en privado con Bush como miembros de una banda? ¿Era esto sacar a España del rincón de la Historia?
Aznar sigue los pasos al político ultraderechista Jean-Marie Le Pen. En vez de rendir cuentas sobre su conversación con Bush echa mano de las conspiraciones de los que «revuelven los cajones de la Historia…». Aznar, eso sí, ha salido del rincón de España convertido en broker internacional.