José Cavero
Las expectativas sobre lo que podría suponer para la política nacional el regreso de Rodrigo Rato de su muy relevante cargo en el FMI, no terminan de resolverse plenamente:
Mientras, de un lado, se asegura de manera terminante que Rato no figurará en las listas del PP «bajo ninguna circunstancia», y que tiene decidido abandonar la política e incorporarse a un gran banco extranjero a partir de noviembre, de otro se anuncia ya una próxima «reaparición en escena» de Rato, el próximo ocho de octubre, en un acto con toda probabilidad multitudinario, que presentará Esperanza Aguirre en la Cámara de Comercio y al que serán invitados centenares de estos profesionales. Para esa fecha, Rato en el que ya estará «liberado» de sus actuales competencias en el FMI, y podrá hablar con toda libertad de la economía española.
Es decir, que lo que hará o dejará de hacer Rodrigo Rato interesa abundantemente en medios políticos, y no sólo en la dirección del PP. Mariano Rajoy ya había despachado el asunto diciendo que era una cuestión que abordaría personalmente con el interesado.
¿Regresa o no regresa a la política activa el ex vicepresidente económico? Desde el primer momento en el que, hace ya tres meses, se anunció que Rato, por razones personales, renunciaba a su destacado cargo en el FMI, se aseguró que venía a hacerse cargo de alguna nueva responsabilidad empresarial, con escasos o nulos deseos de regresar a la política. No es improbable, sin embargo, que Rato haya «padecido» numerosas presiones para reconducir sus intenciones, y acaso para hacer posible lo que la designación «digital» de Aznar imposibilitó en su momento: ser el candidato del PP a la presidencia del Gobierno. Nadie duda en el PP y fuera de él que Rato era un candidato al menos tan creíble con Rajoy. Dado el insuficiente éxito popular que a éste atribuyen las encuestas, Rato sigue siendo un evidente «deseado», aunque acaso su voluntad y propósitos no vayan por ahí.
Por si fuera poco, en un momento de incertidumbres económicas y financieras, el dominio que en estas materias posee y ha ejercitado Rato, tanto en Madrid como en Washington, hace valorar aún en mayor grado sus posibilidades y competencias. De ahí, precisamente, la expectación que puede despertar una intervención suya en las actuales circunstancias, que a algunos llevan a pensar que al Gobierno se le están escapando los mandos y el control de la economía, y cuando otros, más interesados, llegan a proclamar que el actual Gobierno está dilapidando, en materia económica, las ganancias y buenas bases que habían logrado establecer el gobierno de Aznar y Rato. Estas voces, incluso, recuperan la especulación sobre la fecha electoral, y aseguran que no debe descartarse que, ante una situación de incertidumbre y dificultad económica -con paro creciente, inmigrantes sin trabajo, elevación de precios básicos de consumo, desaceleración general de la economía, y en particular de la construcción- Zapatero tenga la tentación de anticipar elecciones y no esperar a marzo, como ya había adelantado.